¡Partidazo sin goles en el Florencio Solá!
Amigos, les cuento que anoche parecía que íbamos a ver un concierto de Charly García pero terminó siendo una misa de domingo al mediodía: todo muy tranquilo y ni un gol para aplaudir. Banfield y Huracán nos dejaron con las ganas en lo que fue un partido más aburrido que escuchar a alguien contar su sueño toda la noche.
El encuentro comenzó con Fernando Echenique soplando el silbato como si fuera Pappo buscando la nota justa en “Ruta 66”, pero no hubo música que valiera. A los 12 minutos ya teníamos nuestra primera tarjeta amarilla del lado de Huracán – Walter Mazzantti se calentó tanto como cuando te enterás que tu equipo favorito perdió la conexión durante una final por penales. Y vaya si no siguieron lloviendo tarjetas… César Ibáñez también agarró la suya porque parece ser más fácil recibir amonestaciones este año que encontrar entradas para ver a Los Redondos reencarnados.
Banfield tampoco se quedaba atrás, eh. Tomas Adoryan y Paul Riveros sacaron sus propias ‘yellow cards’, haciendo competencia a ver quién hacía más faltas como quien compite por servirse el último choripán en un asado familiar.
Entre cambio y cambio (que fueron tantos como piropos tiene Ricardo Arjona), intentaban meter algo de ritmo al juego, pero nada cambió. Algunas sustituciones prometían revolucionar el campo —como esperanzarse con Soda Stereo volviendo a los escenarios— pero sólo quedaban en eso, promesas.
Y así llegamos al minuto 90+7 (porque sí, hasta tiempo extra hubo) donde celebrábamos no tanto el fin del partido sino saber que podíamos ir corriendo a cambiarle de canal o buscar qué hacer porque mirar pintura secarse podría haber sido igualmente entretenido esta noche.
En resumen: cero goles, demasiadas faltitas insulsas y cambios para armar dos equipos nuevos; una orquesta sin violines ni director diría yo. Pero bueno, es fútbol argentino señores: hoy puede ser tan emocionante como La Mona Jiménez cantando cuarteto o tan predecible como rezarte tres padres nuestros antes de dormir esperando milagros deportivos.
¡Hasta la próxima crónica! Esperemos tener algo más jugoso para contarles… O mínimo algún golito pa’ brindar!