¡Buenas, gente! Hoy les traigo el resumen del partidazo que se vivió entre Club Atlético Güemes y Alvarado en nuestro querido Estadio Arturo Jiya Miranda. Parece que ambos equipos decidieron hacer un homenaje a Charly García con su “Demoliendo Hoteles”, porque vimos de todo menos jugar tranquilos.
El partido terminó 1-1, pero no crean que fue un típico empate aburrido para echarse una siesta dominguera. No señor, tuvimos tarjetas amarillas como para armar un mazo completo de truco y cambios más frecuentes que los estados de ánimo en una novela de Pol-Ka.
Empezamos la primera mitad sin goles, más fría que patada de pingüino. Pero claro, cuando uno piensa “esto está más muerto que bailanta sin cumbia”, arrancaron los eventos picantes post entretiempo.
Apenas saliendo del vestuario, ya nos encontramos con B. Blasi y M. Borgnino llevándose amarillas por parte de Alvarado tan rápido como colectivo lleno pasa por parada llena. Y hablando de rapidez: ¡los cambios!, amigos míos… parecían desfile de carnaval; entraban y salían jugadores como en casa con puertas giratorias.
Pero aquí viene el golpe bajo al minuto 63 (sí, ese momento donde esperás algo bueno viendo Netflix), D. Véliz por fin rompió la red para poner adelante a Güemes gracias a una asistencia poética digna del mismísimo Spinetta – bueno casi -, cortesía J. Gauna.
Y cuando pensábamos festejar tipo Maradona en el ’86 contra los ingleses, llega Tito Bolzicco sobre el final (minuto 90+2) igualando las cosas tras recibir un pase magistral desde medio campo estilo Messi lanzando magia pura — o casi eso me imagino yo — dejado ahí bonito por D.Becker.
En resumidas cuentas: ¿quién ganó? Bueno ni güemes ni Alvarado lograron llevarse los tres puntos pa’ casa pero seguro dieron material suficiente para charlar toda la semana mientras intentamos entender qué pretendían algunos jugadores cambiados cinco veces seguidas – sí César Malato director técnico modo prueba-error activo total-.
Así cerramos este encuentro deportivo chicos/as/es/os/us/ys/zs… hasta luego y recuerden siempre mirarlo con humor aunque te duela ver cómo juega tu equipo favorito últimamente tanto como escuchar reguetón en loop eterno.