¡Hola, queridos lectores! Hoy vamos a desgranar el partido entre Colegiales y San Miguel que nos dejó con la boca más seca que recital de La Renga en pleno desierto. Sí, fue un empate sin goles, pero tranqui… ¡hay tela para cortar!
Antes de saltar al campo, déjenme decirles: este encuentro tuvo lugar en el honorable Estadio de Colegiales allá por Vicente López – un sitio tan cargado de fútbol como el estómago después de una parrillada bien hecha (ups, dije que no iba a hablar del asado ¿no?). Pero bueno, sigamos.
Hablemos del referee M. Recalde quien parecía estar dirigiendo una procesión más que un partido – muchachos, esto es fútbol no misa dominical; aunque bueno ambos tienen sus rituales y milagrosamente nadie terminó rezando por los puntos perdidos.
Desde el inicio era claro que ninguno de los dos equipos quería ser Charly García tocando solo con su piano – todos buscaban su propia Sui Generis. Sin embargo lo único legendario aquí fueron las tarjetas amarillas repartidas como pan caliente durante todo el juego.
El primer acto vino a los 11 minutos cuando L. Martinez de Colegiales recibió una amonestación digna del mismísimo Indio Solari diciéndole al público “tranquilos chicos”. No tardaron mucho en responder desde San Miguel porque A. Lavezzi también quiso su souvenir personalizado tres minutos después.
Entre cambios tácticos y esperanzas rotas llegamos al segundo tiempo donde parece que intentaron cambiar hasta la historia musical argentina metiendo suplentes como si fueran nuevos integrantes en Soda Stereo tratando revivir viejas glorias: Dening entró moviendo la banca tipo Cerati mientras Marín hacía lo propio cual Zeta Bosio renovado.
No obstante amigos míos, ni Los Redonditos hubieran podido sacudir esta monotonía futbolística; finalizando así 0-0 tras innombrables intentos fallidos tanto arriba como abajo del escenario… digo campo.
En fin camaradas deportivos y rockeros frustrados por igual — hemos presenciado otro capítulo intenso pero carente climax dentro nuestra amada Primera Nacional — esa liga tan impredecible cómo cuota mensual sin ajuste inflacionario alguna (y sí eso existe).
Así bajamos el telón… o mejor dicho cerramos la guitarra acústica pues hoy no hay bises ni aplausos estruendosos—solo reflexiones sobre qué podrían haber hecho diferente nuestros héroes cotidianos vestidos corto cada sábado. Volveremos con más acciones próximamente esperando algún día cantar victoria o al menos algo mejor que “Otro jueves triste”.
¡Saludos cordiales desde mi humilde butaca digital sintiendo aún ese olor mixto entre pasto fresco y nerviosismo añejados! Hasta luego compañeros trotamundos del balón.