La Batalla de Vicente López: Colegiales vs. Racing Córdoba
¡Así que ayer se vivió una verdadera noche de fútbol en el Estadio de Colegiales, en nuestra querida Provincia de Buenos Aires! Fue uno de esos partidos donde parecía que Charly García iba a salir cantando “Demoliendo Hoteles” desde las tribunas, pero al final nos quedamos con el ritmo más melancólico del folklore nacional.
Racing Córdoba llegaba como aquel visitante que no quiere irse sin llevarse un souvenir y vaya si lo hicieron. Solo bastó un gol solitario para pintar su nombre en la pared del estadio local como los grafitis rebeldes en las calles porteñas durante los ’70s.
El único tanto llegó cortesía del señor J. Vignolo cuando el reloj marcaba 55 minutos. Un gol sencillo, sin mucha fanfarria —como dirían Los Redondos, algo así como “Un Ángel para tu Soledad”. Y aunque no hubo mucho lujo detrás del mismo, parece ser suficiente llevarte tres puntos fuera de casa… o será parte del nuevo “folklore” argentino eso de ganar raspando?
Colegiales intentaba responder – cambiando jugadores más frecuentemente que yo cambio emociones viendo una novela turca – pero ni A. Lioi ni B. Giménez pudieron cambiar la historia escrita por sus adversarios esa noche.
Ahora hablemos un poco sobre nuestro amigo arbitral L. Comesaña (que seguro tiene aspiraciones místicas tipo Pappo buscando su moto celeste) porque repartió tarjetas amarillas con la misma pasión con que mi abuela me ofrece empanadas cada vez que le digo estoy lleno: insistentemente y asegurándose todos reciban una igual.
Y entre cambios y tarjetas amarillas —¿fue acaso alguna procesión religiosa?— este match terminaría por confirmarnos dos cosas esenciales: primero, Racing Córdoba podría guardar ese autocito Matchbox llamado victoria e ir directamente hasta cómodamente a casa; segundo, Colegiales necesita sumarse al culto sanador urgente antes que esta temporada les cante misa completa.
Chicos ¡Qué partido! Ni hablar… fue deslustradamente brillante cómo estos equipos dieron todo aunque solo uno llevará el rosquete grande a casa mientras otro solamente palmas consoladoras… ¿Alguien dijo asado? Oops perdón vieja costumbre!
En Conclusión
Buenísimo haber sido testigo once more in this cosmic dance of football where joys and sorrows are tossed like salads – or better yet – like dice on the altar of Saint Diego Maradona himself.
Esperemos ver qué nuevas melodías nos traen los próximos encuentros porque esto es Argentina señores ¡y aquí siempre esperamos encontrar oro musicalmente hablando aún dentro del barro deportivo!