¡Hola, queridos fanáticos del deporte más hermoso del mundo! Hoy les traigo el resumen de un partido que tuvo tanto drama como una novela de Mempo Giardinelli en sus buenos tiempos. Nos vamos hasta La Plata para contarles lo que pasó en el Estadio Jorge Luis Hirschi, donde se enfrentaron Estudiantes L.P. y Newell’s Old Boys en lo que fue todo un duelo de titanes… o algo así.
El encuentro arrancó prometedor con los locales abriendo el marcador a los 25 minutos gracias a Tiago Palacios, asistido por Cristian Medina —una combinación más afinada que Charly García y Nito Mestre en su época dorada. Pero no todo es música para nuestros oídos porque Mansilla decidió tocar la pelota con la mano al estilo Diego Maradona contra Inglaterra, pero sin la habilidad ni la sutileza, llevándose una amarilla bien merecida.
Antes de irnos al descanso, Luciano Herrera para Newell’s puso las cosas iguales nuevamente tras ser asistido por Mateo Silvetti justo antes del pitazo final. Sí amigos, cerramos el primer tiempo empatados como dos bandoneones después de un tango complicado.
La segunda parte fue menos goleadora pero no faltaron emociones fuertes (y tarjetas). Las fouls volaban tan frecuentes como palomas en plaza Congreso cuando alguien tira migas al aire. A tal punto llegamos que Guido Carrillo vio primero amarillo y luego rojo directamente—seguro estaba rezando por un milagrito tipo Gauchito Gil pero no hubo clemencia alguna.
Para rematarla Santiago Arzamendia también sacaba chispas; literalmente terminó viendo roja sobre la hora después de argumentar con todo mundo cerca del área técnica. Claramente tenía ganas de seguir discutiendo temas filosóficos sobre si era offside o no aunque ya nadie le prestara atención.
Al finalizar estos intensos 90 minutos (más extras), ninguno pudo desequilibrar esta balanza futbolística dejándonos con un empate a uno bastante peleado y polémico hacia el cierre: Un verdadero picante plato criollo servido caliente como solo nuestro fútbol sabe hacerlo.
Entonces ¿qué nos queda? Pues mucho análisis desde las gradas virtuales mientras soñamos quizá con días mejores donde nuestras esperanzas sean más que simples empates “a lo Redonditos” sin resolver nada realmente profundo – siempre girando cual vinilo rayado esperando caer en esa nota sublime… algún día.
Eso es todo por ahora ¡hasta la próxima cita bajo estas luces llenas de pasión!