¡Qué partido, papá! Gimnasia y Deportivo Riestra nos regalaron un empate con sabor a choripán quemado
Bienvenidos a mi humilde morada digital, donde el fútbol se siente y se vive como en la cancha, entre cánticos, mates y alguna que otra puteada. Hoy les traigo el resumen del duelo entre Gimnasia L.P. y Deportivo Riestra, que terminó como el asado en día lluvioso: con un empate 1-1 que ni te llena ni te deja con hambre.
Desde el arranque, el partido en el Estadio Juan Carmelo Zerillo, más conocido como “El Bosque” de La Plata, prometía emociones. Y no nos hicieron esperar: a los 2 minutos, como quien no quiere la cosa, A. Alonso de Deportivo Riestra, con la ayuda de N. Sansotre, metió un golazo que dejó a la hinchada de Gimnasia más fría que helado de palito en invierno.
Y así, los de Riestra se la rebuscaban para mantener el resultado, con Nicolás Benegas y Nicolás Caro Torres jugándose la amarilla como en un partido de truco, echando faltas como quien reparte cartas. Mientras tanto, en Gimnasia se notaba la desesperación por emparejar las cosas, pero se encontraban con una pared.
Avanzando el partido, los cambios empezaron a llover como promesas en campaña electoral. Facundo Di Biasi y N. Garayalde entraron en Gimnasia buscando darle un nuevo aire al equipo, mientras que Riestra hacía lo propio rotando a sus jugadores, esperando aguantar el resultado como quien sostiene un paraguas en medio de un temporal.
Pero el fútbol, señores, tiene esas cosas que ni el dulce de leche puede explicar. A los 90+5, cuando ya todos pensaban en el tercer tiempo y el regreso a casa, Y. Murillo de Riestra se mandó un gol en contra que fue como un baldazo de agua fría para su equipo y una caricia al alma para Gimnasia. El empate cayó como un chorizo salvador en medio de un asado que se apagaba.
Así que, mis queridos lectores, este partido fue un verdadero carrusel de emociones, con más idas y vueltas que colectivo en hora pico. Gimnasia y Riestra repartieron puntos como quien comparte facturas en la oficina un viernes. Nos dejaron con ganas de más, esperando que la próxima vez el asado llegue al plato bien cocido.
Y así cerramos la jornada, con el sabor agridulce de un empate que no sabe ni a victoria ni a derrota, pero que, como siempre, nos deja el corazón caliente y el alma futbolera vibrando. ¡Hasta la próxima, queridos futboleros! Que el balón siga rodando y los goles nunca falten.