¡Un Empate con Sabor a Poco en Mendoza!
¡Buenas, gente linda del fútbol! Hoy les traigo un relato fresquito sobre el partido entre Gimnasia M. y Colón Santa Fe que se dio en la tierra del buen vino, allá por el Estadio Víctor Antonio Legrotaglie de Mendoza. Un empate 1-1 que tuvo más idas y vueltas que Charly García en los ’80.
Arranquemos con el primer tiempo, tan emocionante como ver a Palito Ortega jugando al poker: nadie mostraba sus cartas y ambos equipos guardaban esfuerzos para lo que parecía iba a ser una segunda mitad movidita. Y no nos equivocamos…
Apenitas comenzó la segunda parte, J. Puch de Gimnasia decidió romper el hielo marcando un golazo digno de hacer bailar hasta Mercedes Sosa en su tumba —esa sí fue una explosión de alegría para los locales. Sin embargo, al igual que esos amores eternos pero malogrados por algún error fatal (visualicen a Luis Alberto Spinetta olvidándose las llaves), llegó un autogol devastador cortesía de D. Mondino para ponerle drama al asunto.
La cancha se transformó entonces más o menos como cuando Fito Páez decide meterse en política: todo era confusión, tarjetas amarillas volaban como si fueran promociones descartadas durante una crisis económica argentina típica —y créanme que hubieron unas cuantas— demostrándonos cómo arde este bendito deporte cuando las papas queman.
Los cambios estuvieron al día también; habían tantos intentos de sacudir la pachorra inicial que ya me hacían recordar esos recitales donde cada dos minutos alguien grita “¡aguante Calamaro!” sin venir mucho a cuento… Pero bueno, todos querían dejar su huella aunque sea cambiando figuritas repetidas esperando alguna maravilla.
En resumen mis amigos futboleros: terminamos empatados como hermanitos peleados compartiendo televisor un domingo por la noche; cada uno creyendo merecer mejor fortuna mientras mamá prepara milanesas abajo sin inmutarse demasiado. Nos quedamos ahí nomás esa noche bajo las luces mendocinas con sabor algo incompleto – bastante intrascendente pero honestamente ¿qué esperábamos? No siempre todo concluye como novela de Sandro conquistando corazones…
Así cerraron ellos esta fecha bien argenta; tanto ir y venir dejando solamente promesas flotantes cual acordes desgarradores anunciados desde alguna guitarra desafinada pero sincera.
A seguir participando ché… ¡Hasta la próxima jornada!