¡Qué tal, queridos fanáticos del fútbol! Hoy les traigo un pedacito de la jornada que se vivió en el clásico de Avellaneda entre Independiente y Racing. Un partido más cargado de emociones que festival de Charly García en plenos ’80.
Empezando por los preliminares, parece que algunos jugadores decidieron calentar el ambiente antes del pitido inicial. Federico Mancuello y Facundo Cambeses recibieron amarillas tan rápido como las excusas cuando te olvidaste el Día de la Madre… ¡y eso que todavía no había empezado a rodar la pelota!
El primer tiempo fue una mezcla de tango con rock pesado; mucha intensidad pero pocos acordes finales. Racing picó adelante con golazo de Gastón Martirena al minuto 21, dejando a los diablos rojos más tensos que Ricardo Fort eligiendo postre. Sin embargo, Independiente estaba decidido a remontar lo imposible como Fito Páez tocando “Mariposa Tecknicolor” frente al público equivocado.
Llegamos al segundo tiempo y ahí sí, amigos… La cosa se puso más caliente que bailanta en diciembre. Tarjetas volaban por doquier —parecía casi un debate político donde nadie quería dar su brazo a torcer— hasta que Ángel Angulo dijo “basta” e igualó para el Rojo al minuto 78.
Con este empate (1-1), ambos equipos tuvieron momentos para llevarse los tres puntos pero ninguno pudo ser Pappo en sus mejores días sacándose un solo ganador debajo del sombrero.
Entre cambios tácticos y arrebatos passionales propios del folclore argentino como cuando estás esperando ese mensaje crucial pero sólo recibes notificaciones del banco… Así nos mantuvimos expectantes hasta el final sin premio mayor para ninguno.
Pero bueno, así es el fútbol criollo: lleno de pasión, descontrol sutil y esa esperanza eterna tipo Cerati prometiendo volver… siempre deja deseando más aunque sepamos cómo termina la mayoría del tiempo – Empates muy peleados o victorias ajustaditas…
Así cerramos esta jornada futbolística desde Avellaneda ¿Qué opinan ustedes? ¿Fue justicia poética o falta afinar guitarras para tocar mejor música? Dejen sus comentarios mientras seguimos contando tarjetas amarillas como quien cuenta chistes malos durante asados familiares (que hoy no citaremos). ¡Hasta la próxima mis gallinas deportivas! Aléntense porque esto sigue…