¡Hola, hola, campeones! Hoy les traigo un resumen bien cargado de ironía y picardía sobre el último enfrentamiento entre Lanús e Independiente en ese templo del fútbol que es el Estadio Ciudad de Lanús – Néstor Díaz Pérez. Un partido más argentino que Charly García tocando la guitarra con una mano y agarrando una birra con la otra.
El encuentro prometía ser un duelo tan intenso como ver a dos novias encontrándose en misa: nadie quiere dar su brazo a torcer. El árbitro Leandro Rey Hilfer fue el encargado de impartir justicia, o al menos intentarlo, porque ya sabemos que dirigir estos partidos puede ser más difícil que explicarle Twitter a tu abuelo.
Desde el vamos, Independiente se plantó en la cancha con más ganas que Rodrigo Bueno entrando a bailanta. Apenas arrancaba el chow y Pablo Galdames ya estaba poniendo las cosas 1-0 para los Diablos Rojos gracias a un buen toque de Matías Giménez Rojas. Y claro, ahí nomás se armó: Lanús miraba sorprendido como quien encuentra asado vegano — ¡una locura!
Como era de esperarse, los tarjeteros no tardaron en aparecer; Agustín Cardozo y Marcelino Moreno vieron amarillas antes del minuto 30 por parte de Lanusito querido. Se repartían tarjetas como si fueran figuritas del Mundial pasado (y todos buscando al Messi dorada).
La segunda mitad comenzó con cambios múltiples—tal vez inspirados por Cerati cambiando acordes—aunque ninguno parecía sacudir mucho el panorama hasta que Eduardo Salvio marcó desde los doce pasos igualando para Granate tras convertirse casi en héroe nacional tipo Maradona ’86 pero sin tanta mano mágica ni dioses involucrados.
¿Qué siguieron? Más faltas típicas donde parece todo vale excepto tirar piedras… bueno ¿seguros? Por momentos pensamos estar viendo lucha libre disfrazada futbolística dado lo rudo del juego.
Hacia finales ambos equipos buscaron dar algún golpecito decisivo pero terminaron cuidándose tanto como político nuevo prometiendo cambio: mucha charla pero pocónocón acción real efectiva postrera.
Finalmente así cerramos otro clásico empate digno serie televisión sindicalista reñida; interesante aunque algo anticlimática después pasión inicial demostrada primeros minutos – termina dejándote sabor café demasiado lavado.. Pero bueh’, esto también es parte nuestro dulce folclor deportivo ¿no?
Y vos che… ¿qué opinás este match? No te quedes calladito/a eh!