¡Hola, banda! ¿Cómo andan? Hoy vamos a desmenuzar ese partidazo entre Newell’s Old Boys y Boca Juniors que nos dejó con más sorpresas que encontrar un buen charango en una feria de barrio. Así es señores, el fútbol argentino nunca deja de emocionar y este encuentro no fue la excepción.
Vamos derecho al grano como Fito Páez en concierto: Newell’s se despachó con un 2-0 contundente sobre los xeneizes en nuestra querida catedral del fútbol rosarino, el Estadio Marcelo Alberto Bielsa. El partido tuvo todos los condimentos: goles tempraneros, tarjetas amarillas como para hacerle competencia a cualquier telenovela dramática y hasta penales fallados dignos de una tragedia griega.
Arrancamos rápido, a los 5 minutos ya estábamos celebrando gracias a L. Herrera quien metió un golazo asistido por C. González —ese dúo combinó mejor que Soda Stereo en sus mejores tiempos— poniendo adelante a la Lepra desde temprano. Mientras tanto, Boca parecía estar rezando por algún milagro divino tipo Gauchito Gil pero nada que ver.
A ver si esto les suena familiar: Lautaro Di Lollo de Boca consiguiendo más rápido una tarjeta amarilla (24′) que Charly García llegando tarde a un show… sí amigos, así están las cosas. Y antes de cerrar la primera mitad, ¡pum! otro mazazo de Newell’s; esta vez fue Lollo después del tiempo adicionado quien clavó el segundo clavo en el ataúd boquense asistido magistralmente por Éver Banega.
La segunda parte trajo cambios masivos especialmente para Boca buscando alguna reacción —los vi mover más gente que Los Redondos moviendo fans hacia Patricios— pero muchachos… No hubo caso ni respuesta efectiva ante la solidez leprosa.
Un momento capicúa especial fue cuando Edinson Cavani decidió imitar los pasos erráticos del Chaqueño Palavecino fuera del escenario tirándose un penal al limbo allá por el minuto 54… eso podría pasar perfectamente como uno de esos chistes malos donde nadie ríe al finalizar la fiesta.
Y mientras seguían volando tarjetas amarillas aquí y allá (Ángelo Martino dijo presente también), dos puntos altos fueron todas las sustituciones hechas intentando refrescar piernas porque evidentemente había más cansancio acumulado que promesas incumplidas luego d’un recital largo.
Para sellarlo todo bien tapadito como empanada jujeña sin olvidarse ningun detalle fino – aunque siendo sincero mucho no cambió post descanso-, dimos esquinazo definitivo alcanzado aquel deseoso pitido final anunciado tras cumplidos algo extra cinco minutitos apoteósicos llenop’ drama pero sin redondeles finales pa’ alteraciones scorebaordístico alguno!
Así concluimos nuestra revisión folclorica-futbolística estilo “serenata bajo llave” entendiendo siempre cada cual tiene lo suyo dentro césped santafecinos queridos… ¡Hasta próxima reunión balompédica amigos mí’aquellos!