¡Noche de Fútbol en Vicente López!
Amigos, anoche el Estadio Ciudad de Vicente López nos regaló una de esas noches que te hacen preguntarte por qué carajos nos gusta tanto el fútbol. Sí, señores, un empate sin goles entre Platense y Lanús que tuvo más cambios que la novela de las siete pero con menos emociones que un libro de matemáticas.
Ariel Penel, con su silbato, era más un director de orquesta que un árbitro, dirigiendo un concierto donde los músicos se olvidaron de tocar melodías y se dedicaron a desafinar. Desde el arranque, el partido prometía más acción que los discursos de campana, pero terminamos viendo un ballet de mediocampistas y defensores pasándose la pelota como si fuera una papa caliente.
Los Cambios: Un Desfile de Modas Más que Táctica
El desfile empezó en el minuto 46, cuando Platense metió a Schor por Zapiola. Por un momento pensé que estábamos en la Semana de la Moda de Buenos Aires, viendo desfilar modelos en lugar de futbolistas. Lanús no se quedó atrás y a los 63 respondió con Orozco por Aquino. ¡Y así seguimos! Para cuando el reloj marcó 85 minutos, ambos equipos habían hecho más cambios que mi abuela en una tarde de bingo.
Entre cambio y cambio, los intentos de gol fueron tan escasos que parecía que estaban jugando en una cancha de hielo. Los arqueros podrían haberse sentado a tomar mate, porque la verdad, poco y nada tuvieron que hacer.
Tarjetas Amarillas: El Único Color de la Noche
Justo cuando pensábamos que el partido se iba a quedar sin ningún tipo de spice, los jugadores se acordaron de que podían hacer algo para que los recordáramos: ¡sacarse tarjetas amarillas! Mendez de Lanús y Juarez de Platense, en un acto de solidaridad futbolística, decidieron casi al unísono llevarse un recuerdo del partido a sus casas. Eso sí, de fútbol, ni hablar.
En Resumen: Un Empate que Sabe a Poco
Al final, el 0-0 fue como esos asados donde te olvidas de comprar la carne. Te quedas con hambre, insatisfecho y pensando en qué podrías haber hecho mejor. Platense y Lanús mostraron que tienen más para dar, pero ayer, simplemente, no fue su noche.
Así que nos vamos con un sabor agridulce, esperando que el próximo partido sea menos pasarela y más pampa, menos tango de salón y más rock nacional. ¡Hasta la próxima, queridos futboleros! Que sea con goles, por favor.