¡Qué partidito en el Cilindro, papá!
Amigos, les cuento que el otro día tuve el gusto de ver el partido entre Racing Club y Huracán en el mismísimo Estadio Presidente Juan Domingo Perón, en Avellaneda. El encuentro estuvo más picante que bailar un tango en una baldosa, pero al final, los quemeros se llevaron los tres puntos con un ajustado 1-0. ¡Una verdadera fiesta para los del Globo!
Primer Tiempo: Un Gol que Canta el Gallo
No pasaron ni 25 minutos y ya Huracán nos dio el primer sorpresón de la noche. E. Ramírez, con más puntería que un gaucho en un concurso de boleadoras, mandó la pelota a besar la red y dejó a los de Racing mirando estrellas. Mientras tanto, en la cancha se repartían tarjetas amarillas como si fueran facturas en una mañana de domingo. Ignacio Rodríguez de Racing fue el primero en llevarse una, por una falta que fue más evidente que un choripán en un asado.
La Segunda Mitad: Tarjetas por Doquier
La segunda parte fue un festival de tarjetas y cambios. Los técnicos movían el banco como quien cambia figuritas repetidas, buscando la combinación ganadora. Pero claro, no faltaron los momentos de tensión, y las amarillas seguían apareciendo más seguido que promesa de político en época de elecciones.
Uno de los momentos más tensos fue cuando a los 82 minutos, Huracán casi canta bingo con un segundo gol, pero el VAR intervino como abuela en discusión de novios y canceló la jugada. ¡Para agarrarse la cabeza!
No Todo Es Fútbol: Los Detalles Picantes
No puedo dejar de mencionar algunos detalles jugosos. Por ejemplo, G. Martirena de Racing, que se llevó una amarilla por discutir, demostrando que tiene más chispa que chimichurri en asado. Y no olvidemos a Marco Pellegrino de Huracán, que perdió más tiempo que turista en Once, y claro, también se ganó su tarjeta.
Pitazo Final y a Casa
Al final, el árbitro S. Martínez, que tuvo más trabajo que mozo en feriado, dio por terminado el encuentro y Huracán se llevó un triunfo más ajustado que pantalón después de las fiestas. Racing, por su parte, se quedó con las manos vacías, pero con la esperanza de que es solo la novena fecha.
Así que, queridos, esto fue todo desde Avellaneda. Un partido que no tuvo el brillo de un asado a lo grande pero sí el picante de un buen chimichurri. ¡Hasta la próxima, cumpas!