El Partidazo: River Plate vs. Estudiantes L.P. – ¡Una Noche de Tango Amargo para los Millonarios!
¡Buenas, queridos futboleros! Hoy les traigo el resumen de una noche que fue menos fiesta y más velorio para los fanáticos del River. En el mismísimo Estadio Más Monumental, los de la banda cruzada se enfrentaron a Estudiantes de La Plata en una jornada que prometía chispas y nos dejó, más bien, con un gustito a mate lavado.
Desde el pitazo inicial, el partido ya se pintaba más para un capítulo de “Casados con Hijos” con Pepe Argento repartiendo tarjetas amarillas como si fueran facturas en la mesa del domingo. Santiago Ascacíbar de Estudiantes apenas calentó los motores y ya se encontró con la primera amonestación al minuto 1, ¡arrancamos con todo!
No pasaron ni diez minutos y ya estábamos 1-0 abajo, gracias al gol de A. Castro, asistido por T. Palacios. Ahí nomás, en el Monumental, el silencio se cortaba más fácil que un queso fresco con cuchillo caliente.
River, queriendo remontar, parecía más perdido que turista sin mapa, y para colmo, los pibes se empezaron a llevar tarjetas amarillas como si fueran souvenirs. Maximiliano Meza y Marcos Acuña no se querían quedar atrás en la colección.
La frutilla del postre llegó con Enzo Pérez viendo la roja directa al minuto 56. ¡Mamita querida! Con uno menos, la cosa se puso cuesta arriba como subir el Aconcagua en ojotas.
El segundo tiempo fue un intento de remontada de River, pero más parecía un asado bajo la lluvia, todo mojado y sin arrancar. Los cambios vinieron y fueron como esos bondis en hora pico, uno atrás del otro, pero sin llevarnos a destino.
Para cerrar la noche, S. Ascacíbar, que había empezado el partido encendiendo la mecha, puso el 2-0 final al 94′, dejando a los hinchas de River más fríos que helado de palito en pleno julio.
En resumen, una noche para el olvido para River, que se vio superado por un Estudiantes picante y bien plantado, como parrillero en domingo. Ahora, a lamerse las heridas y pensar en la revancha, porque en el fútbol, siempre hay revancha, y en Argentina, el asado del domingo siempre tiene un chorizo más para tirar a la parrilla.
¡Hasta la próxima, muchachos! Y recuerden, en el fútbol como en la vida, no todo está perdido; siempre se puede dar vuelta como una buena tortilla de papas.