¡Buenas, gente! Hoy les traigo un análisis del partidazo que se jugó en el Estadio Más Monumental entre River Plate y Atlético Tucumán. La fecha marcaba el 9 de marzo de 2025, un día que se grabará en la memoria de los hinchas, aunque más que por un festival de goles, por la tensión que se masticaba en el aire – tan espesa como un guiso de lentejas en invierno.
La primera mitad fue un mate sin yerba, amigos. Cero a cero y los equipos más trabados que camión en calle de tierra. Pero bueno, como buenos argentinos, sabemos que el fútbol es pasión de multitudes y no solo goles. Y hablando de pasión, Adrián Sánchez de Atlético Tucumán se llevó una amarilla por discutir más que suegra en casamiento, apenas a los 17 minutos del arranque.
Avanzando al segundo tiempo, el DT de Tucumán movió el banco como quien busca la última factura en la panadería un domingo al mediodía. Cambios que vinieron como intentos de darle un poco más de sabor al asunto, pero el gol se hizo rogar como novia en altar.
Finalmente, en el minuto 79, River se despertó de la siesta con un golazo de F. Colidio, asistido por F. Mastantuono. Un gol más esperado que colectivo en día de paro. El Monumental explotó como bolsa de papas en verdulería, y River se puso 1-0 arriba.
Pero claro, no todo es tango que cierra bien. A los 85, Kranevitter se llevó una amarilla por hacer tiempo, más picante que chimichurri en asado. Y como para no perder la costumbre, Santiago Simón, en una de esas jugadas que te hacen agarrarte la cabeza, se ganó una roja directa en el minuto 90, dejando a River con uno menos en la agonía del partido. Roja más dramática que final de novela.
Los de Tucumán intentaron, pero el partido terminó 1-0. River se llevó los tres puntos, tan valiosos como el último alfajor en la caja. ¿Lecciones del partido? River, con la mínima, se llevó el máximo. Atlético, por más que movió el banco, no encontró la llave del gol. Fue un partido con más nervios que promesa de político en campaña, pero al final, los de casa se quedaron con la gloria.
Nos vemos en la próxima, ¡y que no falten los goles ni el buen fútbol! ¡Abrazo grande!