*¡Una Noche al Ritmo del Rock Nacional en el Gigante de Arroyito!*
Amigos, les cuento que anoche se vivió un concierto de fútbol en Rosario digno de ser cantado por Charly García: ¡un partido con todos los condimentos! Rosario Central y Gimnasia L.P. dieron cátedra sobre cómo mantener a la hinchada comiendo las uñas hasta el pitido final.
El árbitro Andrés Merlos fue más protagonista que Soda Stereo en la movida del rock nacional durante los 80s, manejando tarjetas como si fueran discos de vinilo. Apenas arrancó el show y ya teníamos a Juan Gimenez (Rosario Central) y Gastón Suso (Gimnasia) calentando el ambiente con unos amarillos bien picantes tras una discusión tan acalorada que parecía debate presidencial.
Pero claro, cuando hablamos de penales, ahí sí que se puso buena la cosa. El VAR confirmó uno para Rosario Central a los 29 minutos—más revisado que letra de Fito Páez—y Ignacio Malcorra no desaprovechó esa chance dorada para ponerse arriba. Sin embargo, esta melodía tenía ritmo cambiante; Rodrigo Castillo respondió rápido por Gimnasia clavando un empate antes del entretiempo.
La segunda parte tuvo su propia historia con Sebastián Ferreira volviendo a adelantar al equipo local —un golazo sin asistencia tipo solista mágico estilo Luis Alberto Spinetta dejándonos boquiabiertos— pero eso solo marcaba más cambios y estrategias rotativas casi tan frecuentes como integrantes pasaron por Los Redonditos de Ricota.
Las sustituciones fueron tantas como intentos fallidos por encontrar pareja en Tinder un sábado por la noche… Un ir y venir constante donde cada técnico jugaba sus cartas esperando ese “match” perfecto que nunca llegaba completamente.
Al finalizar este espectacular encuentro lleno de emociones encontradas e ironías futbolísticas cual tango compuesto entre lágrimas y risas, quedamos todos reflexivos… ¿Acaso no es maravilloso cómo este deporte puede hacernos sentir tan Vivianis?
En conclusión: Rosario Central logró llevarse esos tres puntos cruciales bajo su manga mientras nosotros nos llevábamos anécdotas suficientes para argumentar porque nuestro fútbol es más dramático e intenso que novela cortazarina cruzada con realismo mágico gabo-esqueño. Así terminó otra jornada vibrante donde lo único seguro es nuestra devoción inquebrantable hacia estos gladiadores modernos… Y ahora sí ¡a descansar después del concierto!
Y recuerden chicos: En Argentina, ni hablar oblicuamente luego de ver semejante partido – decimos todo directamente desde nuestro corazón apasionado por este hermoso juego llamado fútbol.