¡Hola, muchachos! Agárrense de las sillas porque les voy a contar una que es más emocionante que cuando Charly García se tiró del noveno piso en Mendoza. ¡Y eso ya es decir mucho!
La cosa fue así: nos plantamos en el Estadio Julio César Villagra, mejor conocido como la casa donde los sueños y los llantos se mezclan como en un recital de La Renga. El partido era entre San Martín S.J. y Gimnasia Jujuy por la Copa Argentina – sí, esa copa que tiene más vueltas que Fito Páez hablando de política.
El match prometía ser tan peleado como divas del rock nacional disputándose el último micrófono funcionando. Pero che, ¿quieren creer que terminaron los 90 reglamentarios sin goles? Ni uno solo para salvarnos del bostezo. Siguiendo con este ballet somnífero (con perdón de Piazzolla), tampoco hubo suerte durante el tiempo extra.
Llegados al punto culminante -los penales- parecía una escena sacada de un videoclip dramático de Gustavo Cerati durante sus días solistas: todos nervios y expectativa. Y ahí empezó lo bueno… o lo trágico, depende del lado desde donde lo mires.
San Martín S.J., nuestros héroes locales o villanos foráneos según te caigan bien o mal, clavaron tres penales gracias a F. Anselmo, M. Iacobellis y F.Gonzalez; mientras tanto Gimnasia Jujuy erraba como principiante en karaoke barrial intentando alcanzar las notas altas – N.Dematei falló estrepitosamente su disparo junto con otros dos compinches desafinados (F.Dure y M.Noble).
Para ponerlo simple: esto no fue exactamente un ejemplo brillante del arte futbolístico argentino sino más bien algo así como esos discos olvidables que alguna superestrella lanza entre droga y rehabilitación para pagar cuentas atrasadas.
Claro está entonces que San Martin S.J. pasó esta ronda casi por accidente –como encontrarse un billete en el bolsillo viejo– pero nadie aquí va a negar la emoción adrenalínica… aunque sea por criticarla después junto a amigos over beers or vinito torrontés.
Estén atentos para ver si nuestro querido equipo sigue avanzando tipo Sandro reviviendo cada noche bajo spotlights rojos o si finalmente bajan telón antes incluso de cantar “Penélope” hasta el final…
¡Eso ha sido todo desde mi laptop sudorosa! Nos leemos pronto con más tácticas dudosas e historias dignas de Ricardo Arjona metido a comentarista deportivo (no pregunten). ¡Abrazo grande!