¡Buenas, muchachada! Hoy les traigo una crónica digna de un encuentro que parecía obra del mismísimo Luis Alberto Spinetta, con acordes eternos y sin ningún estribillo emocionante. Nos juntamos en el Estadio La Ciudadela a ver cómo San Martín Tucumán enfrentaba al Deportivo Madryn en un “duelo” más tranquilo que el ego de Charly García en los ’70.
Desde ya les digo, si esperaban goles, mejor revuelvan en la discografía de Soda Stereo porque aquí no encontrarán ninguno. Un 0-0 más seco que comentario sarcástico de Andrés Calamaro hacia algún político por Twitter.
Arrancando con algo de esperanza, M. Osores nos pinta amarilla apenas a los 15 minutos -algo así como cuando te dicen “Te llamo y combinamos”, pero sabes muy bien que ni tu teléfono sonará-. Más tarde vimos ese típico baile argentino: las entradas y salidas constantes; G. Rodríguez saltó fuera mientras F. Garcia lo hacía entrar como quien cambia figuritas repetidas buscando la última para completar el álbum.
Y bueno… En cuanto a estrategias, esto tenía menos sorpresas que final de telenovela turca donde todos sabemos quién termina casado con quién aunque haya habido mil malentendidos antes.
A.M.O.R., amigos Míos: Amarillos Olvidables Resonaron (esto me inspiré viendo culebrones), Bustos y Juncos también sacaron su respectiva tarjeta amarilla demostrando esa pasión desmedida por evitar cualquier tipo de emoción futbolística reseñable significativa sobre esta tierra bendecida por Diego Maradona.
En resumen: sustituciones hubieron ¡vaya si las hubo!, cambios como esos programas dobles del domingo noche cuando no podes decidir qué mirar y cambiás igualmente cada cinco minutos –total nada pierdes– porque ambos aburren hasta los comerciales inclusive.
Les digo sinceramente después desde mi corazón hincha eterno del buen fútbol criollo:
Si querían acción este partido fue menos efectivo que promesa electoral en año impar; sin embargo recordemos siempre pues entre aburridos toques laterales nacen mezquinos detalles aquellos realmente hacen grande nuestro deporte nacional…
Así cerramos hoy… Sin penales, sin tiempos extras—solo tiempo reglamentario decorado alguna tarjeta color sol argentino (que ni broncean). Finalizó pues otro capítulo nuestra novela balompédica local donde nadie ganó nadie perdió simplemente continuaremos girando redondo junto pelota siguiente fecha ¿no? Y mientras tanto seguiremos cantándole al gol ausente cual Ricardo Montaner lamentando un amor perdido.
Esperemos mejores días che… ¡Nos estamos leyendo!