¡Bienvenidos a otro post en el blog del fútbol argentino, muchachos! Hoy nos toca hablar de un partido que fue más desbalanceado que Charly García en zancos. Vamos al grano como Pappo en moto y sin vueltas: San Telmo vs Temperley, una batalla futbolística con sabor a empanada quemada.
Antes de meterme en la cancha, les cuento rápido: El árbitro J. Broggi pitó el inicio del match en nuestro querido Estadio Dr. Osvaldo Francisco Baletto (un nombre tan largo que necesitás tomar aire para decirlo completo). Era un día ideal para jugar al fulbo’, pero sólo uno de los equipos se enteró que había partido ese día.
Temperley salió con las pilas cargadas y apenas sonaron 5 minutitos ya estaban celebrando el primer gol gracias a V. Aguiñagalde, asistido por L. Nieto —una dupla más afilada que tijera de peluquero top— dejando claro quién mandaba ahí. Mientras tanto, San Telmo parecía tener menos conexión entre sus jugadores que dos personas hablando por señales de humo durante un temporal.
Y no digamos que no hubo acción extra; tarjetas amarillas volaban como panfletos políticos antes de elecciones: ¡San Telmo cosechó unas cuantas mientras intentaba frenar los avances tempestuosos!
A medida que pasaba el tiempo, hacían cambios aquí y allá (más sustituciones tenía este partido que Menem cambió ministros), pero nada ayudaba a cambiar la historia escrita por Temperley esa tarde.
Para cuando llegó L. Nieto nuevamente y clavó su segundo personal al minuto 86 y F.Brandán cerrando la cuenta sobre el final —bien picantito cerca del descuento— estaba todo dicho… o mejor cantado cual hitazo ochentoso: “No hay vuelta atrás”. Y así terminábamos 3-0 con Temperley llevándose tres puntos más fácilmente ligados qué chamuyo exitoso en boliche porteño.
Así es esto del balompié muchachos, algunas veces sos Gardel con guitarra eléctrica tocando solo frente a miles… otras simplemente te quedas mirando cómo bailan otros tu tango preferido.
Nos leemos pronto para seguir analizando estos encuentros donde siempre esperamos ver algo diferente… aunque sea alguna táctica nueva o una camiseta menos horrorosa (que también suma).
Hasta entonces, sigan pateando cualquier cosa redonda – incluso si es solamente sueños!