¡Ay mamita querida, qué partidito en el Kempes!
Bienvenidos a este rinconcito de fútbol donde el mate y la pasión nunca faltan. Hoy les traigo el análisis del clásico que se jugó en la cancha de Talleres, el Mario Alberto Kempes, que parecía más tranquilo que boliche a las 5 de la mañana, porque amigos, el partido terminó 0-0 entre Talleres de Córdoba y Rosario Central. Pero no se dejen engañar, que aunque los goles brillaron por su ausencia, hubo tela para cortar.
Una feria de tarjetas amarillas y una roja para no desentonar
Desde el arranque nomás, el partido ya mostraba que iba a ser más picante que chimichurri en feria de barrio. A los 3 minutitos, T. Cardona de Talleres se ganó la primera amarilla, como para no perder la costumbre, y así siguieron repartiendo tarjetas como quien reparte facturas en un cumpleaños. En total, unos 12 papelitos amarillos volaron por el aire, y uno rojo que se llevó A. Medina justo antes del descanso, dejando a Talleres con uno menos para sufrir todo el segundo tiempo.
Un baile de cambios que ni en la milonga de Caminito
El segundo tiempo fue un festival de cambios. Los técnicos movieron el banco como jugadores de ajedrez en final apretado, buscando ese jaque mate que nunca llegó. Entre Talleres y Rosario Central se mandaron 10 cambios, ¡casi un equipo entero! Pero ni con esas modificaciones pudieron sacudir la red, que se quedó más inmóvil que mozo de estatua en plaza.
¿Y el fútbol? Bien, gracias
Si esperaban un partido con jugadas de lujo y goles para el recuerdo, mejor pónganse a ver un documental de Maradona. Lo de hoy fue más trabado que conversación con ex en reunión familiar. Los arqueros tuvieron una noche más tranquila que pescador en lago congelado, sin tener que ensuciar mucho sus uniformes.
Conclusión: No siempre más es mejor
Este partido nos dejó claro que a veces, aunque haya mucha acción, tarjetas y cambios, lo que realmente queremos son goles, esos que te hacen saltar del asiento y abrazar al primero que encontrás. Pero bueno, como en la vida, no siempre se puede tener todo, y en el fútbol, a veces, toca conformarse con lo que hay.
Así que ya saben, no siempre el asado sale jugoso, pero igual nos juntamos a comer. ¡Hasta la próxima, queridos lectores, y que no decaiga esa pasión por el fútbol, que en esta tierra es lo que nunca falta!