¡Hola, queridos futboleros! Hoy les traigo un relato fresquito del partidazo entre Temperley y Agropecuario, que se disputó en el Estadio Alfredo Martín Beranger. Un encuentro que tuvo más idas y vueltas que Rodrigo Bueno en pleno recital.
Empezando por el ambiente, ¡qué decirles de la cancha de Temperley! Más pintoresca y argenta imposible; casi esperaba ver a Charly García saliendo con una pelota bajo el brazo.
Ahora bien, pasemos al match: fue como esos temas de Spinetta, arrancaron suaves pero siempre esperás esa explosión mágica. Y así fue cómo llegamos al entretiempo 0-0 tras una primera parte donde lo único emocionante fueron las amarillas mostradas tan generosamente como si fueran pan dulce en navidad.
Pero muchachos, todo cambió post descanso. Se vinieron cambios por doquier – parecía festival roquero ese ir y venir – cada DT ajustando sus piezas tratando de encontrar ese ritmo perfecto para romper la paridad. No faltaron los toques tácticos ni las jugadas ensayadas que solo llegaban a ser eso: intentonas sin mucho brillo ni sorpresa.
Hasta que finalmente llegó el momento culminante al minuto 80 cuando Lautaro López decidió tomar cartas en el asunto marcando un golito sin mucho bombo pero efectivo; suficiente para poner arriba a los locales con algo más intenso que escuchar “La balsa” mientras te clavás un choripán en plaza Francia.
Y claro porque no hay dos sin tres (de tarjetas me refiero), Lautaro después de convertirse brevemente en héroe decide hacerse expulsar tal cual diva del rock tirando micrófono post show—todo ello seguido rapidísimo por otra amonestación antes del adiós definitivo — dejándonos pensantes sobre cuánta adrenalina puede manejar un hombre solo durante 90 minutos o mejor dicho ¿hace falta tanto drama?
Finalmente terminamos esta saga balompédica teniendo a Temperley llevándose los tres puntos caseros como quien encuentra billete olvidado en bolsillo viejo: con sorpresa pero grata satisfacción… aunque sea mínima!
Conclusión amigos: no todos los partidos serán recordados como épicos conciertos o devotos peregrinajes hasta Luján bajo lluvia torrencial… algunos son simplemente lugares comunes donde lo previsible acontece lejos del desenfreno artístico o espiritual… Pero igual nos enganchan sabiendo darnos justitos aquello necesario para seguir apasionadamente este hermoso deporte llamado fútbol.