¡Qué tal, muchachada! Vamos a desmenuzar lo que fue el baile de Newell’s Old Boys en la pista del Estadio José Dellagiovanna frente a Tigre
En una noche donde las estrellas brillaron más por su ausencia que por sus goles, Tigre y Newell’s nos regalaron un espectáculo tan emotivo como un concierto de Luis Miguel sin micrófono. El partido arrancó con toda la promesa de un clásico encuentro del fútbol argentino, pero terminó siendo algo así como si Charly García tocara el piano sin las teclas negras: le faltaba esas notas que realmente emocionan.
El primer gol llegó temprano para los visitantes gracias al pie mágico de Victor Cuesta, asistido nada menos que por E. Banega. ¿Quién hubiera dicho? Apenas 13 minutos y ya estábamos viendo cómo se dibujaban los destinos del partido; parecía guión escrito por Ricardo Fort desde el cielo… extravagante e inesperado.
Luego pasamos a la parte más picante (y no hablo de chimichurri), porque empezaron a volar tarjetas amarillas como confeti en carnaval entrerriano. Cuesta después de su gol decidió coleccionar también una amonestación – quizás quería recordatorio completo del día-. Le siguieron Jacob y Scipioni casi sincronizados en tiempo pero divididos en camisetas, mostrando esa tensión típica cuando se juega con tanto corazón… o piernas nerviosas.
La segunda mitad trajo consigo cambios estratégicos —esos momentos donde hasta parece que hay esperanza— pero aunque Tigre intentaba mover ficha sacando jugadores más frescos al campo (Eh Ramirez y D. Sarmiento tomando protagonismo), Herrera metió otro clavo al ataúd local allá por el minuto 74. Definitivamente esto ya tenía aroma a misa cerrada…
Y mientras seguían esos movimientos tácticos con sustituciones varias tratando de refrescar ideas agotadas (o añadirle emoción tipo telenovela turca) nadie pudo cambiar ese destino marcado desde temprano: victoria forastera sin apelaciones ni milagros maradonianos bajo manga alguna.
En fin, ché… fue un partido donde vimos mucho correr poco definir y demasiados flashes amarillos –como cámara vieja– eso sí aseguro entretenimiento garantizado si te gustan las emociones fuertes mezcladas con algo de frustración deportiva digna novela bizarra argentina.
Así cerramos otra jornada futbolera aquí en nuestra tierra llena sabor pasión locura todo junto revuelto cual ensalada rusa servida domingo familiar Esperemos próximo encuentro traiga mejores noticias locales o mínimo algún grito gol hacer vibrar tribunas olviden llevar rosario bendecir equipo seguro necesitan divina intervención punto este!
¡Hasta la próxima cita deportiva! Mantengan esos corazones listos para cualquier sobresalto balompédico o melodrama estilo Gardel cantándole penales errados bajo lluvia porteña.